Alcanzando a los Perdidos
- Pastor David Saldivar
- 22 dic 2020
- 4 Min. de lectura

El pasado domingo nuestro equipo de Alcance Global y Discipulado para Todas las Naciones tuvimos la oportunidad de ministrar en una comunidad que nos abrió las puertas para compartir el evangelio en el área de Humble Texas. Hoy quiero compartirle de esa experiencia y como me recordó la manera como Jesús llevó a cabo su ministerio, especialmente entre los perdidos. Notemos lo que dice la Biblia acerca de esto:
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies (Mateo 9:35-39).
Lo primero que observo es a Jesús recorriendo las ciudades y aldeas. La frase “recorría” en el texto original transmite el mensaje de que Jesús caminaba mientras reflexionaba sobre las cosas que estaba observando. Es como si Jesús caminara por las ciudades y pueblos en una actitud de oración y reflexión. Me imagino que Jesús veía el peso de la maldición sobre la gente; su incapacidad de ver la voluntad de Dios para sus vidas y la desesperanza que los oprimía. Esta es la razón por la cual la Palabra continúa diciendo que “Jesús tuvo compasión” de ellos, porque estaban desamparados y dispersos como ovejas que no tenían pastor. La compasión de Jesús lo llevó a intervenir ante lo que presenció. Le comento que la compasión no es un sentimiento de simpatía ante el sufrimiento de los demás, sino es una experiencia que puede ser sumamente espiritual cuando proyecta el corazón de Jesús ante los efectos de la separación de Dios en los perdidos y nos motiva a hacer algo al respecto. Jesús hizo algo al respecto, Él comenzó a recorrer las ciudades y las aldeas, es decir, no solamente fue una vez, sino el fue una y otra vez sanando toda enfermedad y dolencia de los que se acercaban a Él.
También observo a Jesús enseñando y proclamando el Evangelio del Reino. Si bien es importante servir y amar a las personas en maneras prácticas, de igual importancia es el llevarles el mensaje que puede trasformar sus vidas y que los llama a entrar al Reino de Dios. Nuestro movimiento tiene la aspiración de seguir este modelo, Zig Zighlar dijo que a “la gente no le importa lo que sabes hasta que saben cuanto les importas”. Es por eso por lo que hay que manifestar el amor en maneras palpables sin dejar de compartir el mensaje del Evangelio. De esa forma, la base de nuestro alcance es relacional, pero a su vez intencional. Ambas cosas nos permiten introducir a los que responden en un proceso que los lleva hacia la madurez y victoria en Cristo.
La bienvenida que la comunidad nos dio fue muy hermosa y trascendental. Mientras orábamos y compartíamos con los vecinos, el Señor me recordó que lo que dice Mateo 10:40,
El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
Muchas veces la gente no puede discernir a Jesús, pero si nos abre las puertas de su hogar y su comunidad. Ese tipo de recepciones es muy importante. Cuando Jesús mandó a los 70, de dos en dos, para ministrar en los lugares aledaños, les dijo, “en cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si te hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros…En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios… El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió.” (Lucas 10:5-9, 16). La meta de todo este proceso de ir a los lugares a los que Dios nos envía es que las personas reciban a Jesús. No lo digo en términos de recibirlo en una oración solamente, sino en términos de recibir la esencia y la manifestación de su Reino. Este proceso inicia recibiendo a los discípulos de Jesús que fungimos como embajadores en nombre de Cristo llamando a los hombres a reconciliarse con Dios.
Ante esto, finalmente vemos a Jesús enseñando a sus discípulos a orar por la multiplicación de obreros que puedan responder al llamado de la Gran Comisión de ir y hacer discípulos de todas las naciones. Nuestro movimiento en el área de Houston Texas está comprometido a alcanzar y discipular a toda persona que Dios nos permita ministrar. Si bien somos una iglesia cristiana en el área de Houston Texas, nuestra filosofía es que al ganar a un perdido ganamos un obrero para continuar la multiplicación de discípulos que hacen discípulos para la Gloria de Dios.
¡La necesidad es inmensa y amerita que roguemos al Señor de la mies que envíe obreros a su mies”. ¡Amén!